Artistas emergentes día a día: aprendiendo de la muerte de la Televisión

Estado de la cuestión

¿Eres musico? ¿Cantante, letrista, arreglista, o incluso influencer multidisciplinar (mocatriz, que diría Ojete Calor)? Bien, entonces veo dos posibilidades de sobrevivir para ti:

La primera: eres pura bohemia y sientes que la música es una militancia. Si este es tu caso, te doy la enhorabuena. Eso significa que vives la música únicamente desde el alma, y que probablemente tienes una fuente de ingresos con la que financias tu propia carrera musical (o que vives de las propinas, que también es un logro). Tocas la guitarra en el casco histórico de una ciudad, en una pequeña placita donde la gente disfruta de vinos y tapas, mientras escuchan tu sentida canción de fado/ bossa/ mixtura pop – folklore. Nada mas de imaginarlo se me ponen los dientes largos, tienes mucha suerte.

La segunda: eres pura modernidad y transhumanismo. Tienes todas las redes al día, tratas de vender tu ultimo single en internet y promover una gira por garitos locales o festivales nacionales. Perfecto, tú estas en la jaula de los leones: a ti es a quien va dirigido este blog. Estas buscando un equilibrio entre “monetizar tu creatividad” y autodefinirte como pequeña empresa.

Claro, últimamente estarás a tope intentando domar el algoritmo de reels en Instagram, tratando de viralizar tu contenido en Tiktok, e incluso -con suerte- probando a hacer publicidad pagada para hacer un sold out en tu gira del próximo verano. Y debes estar en un ojo de huracán entre el estrés y la ilusión, pensando que con todo esto basta. Pero desgraciadamente la cosa no va así (al final del blog te cuento por qué).

La perpetua mudanza

A medida que pasa el tiempo y la sociedad y la tecnología cambian, empiezan a surgir nuevos requerimientos para todas las empresas, al menos si están enfocadas en ir creciendo y desarrollándose poco a poco. Si, suena algo feo, pero debes pensarlo así en cierto sentido: si eres artista, eres un pequeño medio de difusión, cuyo destino es -como poco- ser rentable algún día. Y hay que estar muy al día (precisamente), cosa que se antoja bastante difícil cuando no nos dan las horas del día para tanta faena. A la vista está: si nos fijamos en la torpeza de los grandes medios de difusión, comprobaremos que están teniendo problemas severos para readaptarse frente a la competencia (internet).

Pensemos -concretamente- en la televisión. Hoy en día toda la juventud consume Netflix, HBO, Disney +, Amazon Prime, Twitch, Youtube… la caja tonta se ha topado con un ejercito de competidores armados hasta los dientes con nuevas estrategias y métodos avanzadísimos de diferenciación de nicho. Y ella sigue ahí, con sus programas variadísimos, intentando cubrir todo, limitada a los horarios de la parrilla y las horas fuertes. Esta ‘tele’ tradicional que un día “robó” a los periódicos impresos su público objetivo, si ahora no se readapta bien, va a ir necesariamente a menos. De hecho, es posible que algunos canales de televisión caigan en la quiebra.

Como sabes…

La televisión no se mantiene por su audiencia per se, sino por los televidentes que ven la publicidad en las pausas de los programas. Esto quiere decir que conseguir más financiación conlleva crear programas exitosos y virales, así como competir con otras cadenas por custodiar los horarios de prime time.
Siendo que ya ni siquiera esto les está funcionando como antaño, lo que se les está viniendo encima básicamente es el progresivo desinterés de las empresas por hacer carísimas campañas de promoción de sus productos en la televisión, ya que, con menos audiencia, resulta menos rentable. De cara al futuro, a la Televisión no le quedará otra que bajar los costes de promoción a las empresas interesadas, para mantener una mínima cartera de clientes, ya que, al ser más barato, muchas marcas seguirán anunciando sus servicios y estrategias de siempre para diversificarse.

Pero todavía no hemos llegado a la cripta: al estabilizarse en precios más bajos y habiendo menos cantidad de empresas interesadas en anunciar sus productos, el dinero que entrará será cada vez menor, con lo que tendrán que abaratar sus costes de producción. Y, ¿qué significará esto? Muy sencillo, el futuro serán, por un lado, programas de nichos mucho más reducidos en edad y target, y por otro, series exclusivamente nacionales. Pero no solo esto; también guiones menos cuidados, puestos creativos de menor rango, cambios de directores nacionales por directores locales… la calidad de los contenidos emitidos en televisión se reducirá bastante y todo se estabilizará en un nivel de calidad peligrosamente cercana a lo mediocre.

Hablábamos de que a los periódicos online les va mucho mejor. De hecho, los medios escritos han conseguido readaptarse sin grandes problemas: han creado suscripciones mensuales y anuales ofreciendo toda clase de rebajas a sus clientes más fieles. Sus servicios online son básicamente lo mismo que en la tirada impresa, pero el costo es algo más caro para el comprador y ellos no gastar papel. Con estas sencillas medidas han logrado controlar su negocio mientras el oleaje estaba agitado.

Sin embargo, la televisión ha intentado ofrecer un puñado de plataformas-canal, que al menos en España, no han terminado de calar entre el público. Y no han calado -en gran parte- porque, a pesar de que los contenidos son buenos, siguen siendo producciones de un canal concreto, por lo que no pueden competir con películas y series internacionales, un nicho completamente gobernado por las plataformas.

El cambio de piel

El interés por las series nacionales autoproducidas por los canales es ya una realidad en nuestros días. Pero, si bien este tipo de programación ya se estilaba antes, ahora abunda más que nunca porque se están quedando sin opciones. Al no haber tanto público interesado en películas y series internacionales, las únicas licencias de emisión que pueden interesar a la Televisión son las de programas y realities, pero ahí también lo van a tener complicado, ya que la bajada de productividad también va a tener un impacto en la capacidad de compra, mientras que los precios internacionales probablemente se mantendrán sólidos (vamos, que si un canal nacional gana menos no puede permitirse los precios del extranjero). Feo, ¿eh?
No, la televisión (en general) no se va a acabar por el momento, pero eso sí, su ejemplo es el de una readaptación mal hecha, típica de los medios antiguos, que muchas veces se acaban atrincherando en la comodidad y el inmovilismo.
Aunque pueda parecer desesperanzador, siendo un artista creativo también eres una empresa, aunque no te atraiga especialmente el concepto. Y no es muy fácil sobrevivir como artista sino te conviertes en una pequeña marca que comparte su arte, o más bien en una pequeña televisión online que no para de sacar contenidos de calidad. Y por supuesto, una de las acciones más importantes para sobrevivir es adaptarse siempre al funcionamiento del mercado.

Tú también eres una ‘tele’

Como cantante, hoy en día tienes que conseguir -ya sea a través de ti o por medio de un Community Manager- que tu vida artística llene las redes. Para entrar a sellos importantes, ya no basta con tener talento; ahora también tienes que distinguirte por tu nivel de fandom, y tener una carrera ya muy establecida. Tienes que saber de marketing, (y no, clickar en “promocionar” sobre un video de uno de tus temas a través de Instagram no sirve para absolutamente nada). Las campañas publicitarias han de hacerse con estrategias muy complejas que debes estudiar (conjuntos de anuncios, copywritting, campañas de tráfico, conversión…).

Debes distinguirte y crear algo nuevo. No puedes sonar como un compendio de lo que se escucha ahora, sin aportar nada nuevo. Para transmitir ese frescor necesitarás un pequeño equipo que tendrás que ir financiando poco a poco (al menos un buen camarografo y editor para tu videoclip y un productor musical e ingeniero de sonido bien establecido).

Si, tienes que ser un superhumano, ya lo sé , pero es lo que pasa con este panorama de hipercompetitividad que nos ha dado nuestro tiempo: “crecer o desaparecer, esa la cuestión”.

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